El concepto de metaverso apareció por primera vez en 1992 de la mano del escritor estadounidense Neal Stephenson. En su novela Snow Crash describió una especie de espacio virtual colectivo compatible y convergente con la realidad.

Más adelante Mark Zuckerberg comenzó a hablar sobre el metaverso, y muchos dibujaron en sus mentes escenas distópicas o de ciencia-ficción, al más puro estilo Matrix o Ready Player One, sin percatarse de que la idea del CEO de Facebook no es nueva. 

De hecho, ya existen ciertos precedentes y aplicaciones actuales del metaverso, siendo los eventos uno de los nichos con más proyección en este nuevo universo donde lo real y lo virtual se dan la mano.

 

¿Qué es realmente el metaverso?

Una definición estricta de metaverso podría ser la que la propia Wikipedia nos da: un entorno donde, a través de un soporte lógico y representadas por avatares, las personas interactuamos en el ciberespacio.

Digamos que se trata de un mundo virtual al que accederemos mediante elementos de hardware y software y en el que podremos hacer prácticamente de todo: hablar entre nosotros, asistir a eventos o salir de compras.

La idea de este mundo virtual se construye sobre la promesa de servir como epicentro de vivencias similares a las de la vida real, un ciberespacio donde las personas reproduciremos nuestras dinámicas sociales.

Precisamente esta promesa es la que levanta tanta expectación sobre el metaverso y, a la vez, genera tanta inquietud entre el público. No obstante, no hace falta ponerse necesariamente en lo peor para adivinar que habrá aplicaciones muy interesantes de esta nueva fusión entre las relaciones sociales y la tecnología.

El auge de la interacción virtual a raíz de la pandemia del COVID-19 junto al boom de los NFTs y la popularización de las criptomonedas, han dado el empujoncito que el metaverso necesitaba para captar el interés suficiente y empezar a avanzar de forma imparable.

Por otro lado, las nuevas generaciones – profesionales del presente y el futuro – han crecido jugando a videojuegos online con personas de todo el mundo, es decir; la interacción en entornos virtuales está totalmente integrada en su forma de relacionarse.

Además, en un mundo ya globalizado, las barreras geográficas entorpecen el funcionamiento de nuestro sistema socio-económico. En este contexto, los metaversos abren un nuevo horizonte lleno de posibilidades todavía por explorar.

En definitiva, vivimos tiempos apasionantes. Proyectos que sigo muy de cerca, como Decentraland o The Sandbox, son la puerta de entrada a un nuevo mundo que aspira a cambiar las reglas del juego. Invito a todas las personas curiosas a indagar más allá de la capa más superficial del metaverso y descubrir todo su potencial, ¡Que no es poco!

Javier Casanova

Product Marketing Manager, Meetmaps

¿Qué aplicaciones tiene el metaverso?

El metaverso abre un mundo de posibilidades casi infinitas al usuario. Desde asistencia a conciertos hasta exposiciones o presentaciones de productos, pasando por las reuniones virtuales de trabajo, un proyecto al que Microsoft ha manifestado abiertamente su intención de sumarse.

Las interacciones de las que hablábamos pueden no solo ser sociales, sino también económicas. Sí: en el metaverso es posible que tengan lugar transacciones dinerarias, las cuales no se pueden entender sin la evolución de las criptomonedas y los NFT (Non-Fungible Tokens).

En otras palabras: será posible realizar compras online en el metaverso sin moverse de nuestro sofá o escritorio, pero con el aliciente de hacerlo desde nuestros avatares en un mundo virtual. Puede que suene demasiado ficticio, pero lo cierto es que parece que Zuckerberg va en serio con su apuesta.

Además, ya hay precedentes y una gran proyección de uso del metaverso, como los conciertos que dieron Ariana Grande o Travis Scott en la plataforma Fortnite, concursos televisivos como el Metaverse Talent Show 2021, o desfiles de moda como el Metaverse Fashion Week del próximo mes de marzo de 2022, donde participarán marcas como Zara, H&M, Gucci o Balenciaga.

Y es que la pandemia nos ha enseñado que hay muchas cosas que las personas podemos hacer en remoto: las compras en línea, el teletrabajo, las videoconferencias, la visualización en streaming de eventos en directo…

Por mucho que echemos de menos la presencialidad, la tecnología ha abierto un mundo de posibilidades, un escenario que tiene opciones reales de subsistir e imponerse aun cuando el mundo recupere la normalidad por completo.

¿A qué retos técnicos se enfrenta el metaverso?

Para que este mundo virtual funcione como es debido, sin duda la tecnología tendrá que evolucionar y democratizarse para que todo el mundo goce de esta inmersiva experiencia.

Hablamos, por un lado, de las exigencias de hardware, las cuales todavía no están a la altura, aunque se prevé que la computación cuántica contribuya a resolver el problema en un futuro no muy lejano. Aun así, ya existen dispositivos capaces de proporcionar una interfaz muy efectiva, como las gafas de realidad virtual y las de realidad aumentada.

Por otra parte, la proliferación del 5G augura unas telecomunicaciones con una latencia casi inexistente, algo imprescindible para que el metaverso funcione sin “tirones” ni cortes. De lo contrario, corre el riesgo de perder popularidad, ya que no podría ofrecer una experiencia de usuario tan prometedora.

Asimismo, a nivel de software, el metaverso dependerá de una IA (Inteligencia Artificial) muy bien desarrollada, capaz de interpretar correctamente nuestros gestos y movimientos y trasladarlos a los de los avatares.

 

¿Por qué es interesante el metaverso para la realización de eventos?

Vaticinar que el metaverso va a ser el lugar donde transcurra gran parte de nuestra vida social o laboral es quizá aventurarse demasiado, pero no cabe duda de que la proyección a corto plazo de esta idea encierra grandes beneficios para la realización de eventos

Algunos de ellos son la interacción social, el alto grado de personalización, la alternativa virtual que aporta a los organizadores y la facilidad en la organización de los eventos, sin riesgo ni aglomeraciones. 

Además, las posibilidades de construcción de espacios y entornos virtuales mediante software son mucho mayores que las que se pueden llevar a cabo en el mundo real.

Es cierto que a la mayoría de las personas nos encanta el contacto humano: desde pequeños vamos aprendiendo a relacionarnos con nuestros semejantes y, en mayor o menor medida, este aprendizaje se ve respaldado por nuestra condición de seres gregarios.

Sin embargo, lo que podría considerarse un argumento en contra del metaverso puede ser fácilmente revertido como una virtud: ¿acaso no resulta atractivo poder relacionarse con personas de cualquier parte del mundo sin salir de nuestra habitación o nuestro despacho? ¿Nos hemos detenido alguna vez a pensar en las grandes posibilidades que esto supone?

Algunos de los eventos mencionados han tenido lugar en una época en la que las concentraciones masivas de personas han estado en el punto de mira por la crisis sanitaria global. Quizá hemos aprendido que el desplazamiento físico no es estrictamente necesario y que de esta manera evitamos generar emisiones de CO2 y contaminación en el medio ambiente. No tenemos por qué abandonar nuestra ubicación física para estar en contacto con otras personas, para hacer networking y negocios, para conocer nuevas amistades, para ver una exposición, para asistir a un concierto o a un Kick Off empresarial, por ejemplo.

Por todo ello, es lógico pensar que nuestras ganas de volver a interactuar en persona de forma masiva con mucha gente será el hilo del que tiren los promotores del metaverso para ofrecer una modalidad alternativa, un nuevo universo donde las posibilidades se multiplican y que, si se utiliza bien, puede acercar (más que alejar) a las personas.